Juan Carlos, ¿Por qué hablas?

Ángel Montiel




Le preguntaron al Rey si apoya la fiesta de los toros, y dijo que sí, que la Monarquía está con el mundo taurino. Por una vez que se pronuncia... Más que nada para evitarse una bronca al regreso a palacio. La Reina, que también es Monarquía, no soporta la lidia. Y apuesto a que, salvo la infanta Elena, el resto de la Familia Real es más bien contraria o indiferente.

Esto prueba que el debate alcanza a todo el mundo. Ni el Rey puede zanjarlo, no ya en la sociedad; tampoco en su propia casa. Entonces, ¿por qué se mete? Vista sus disposición a opinar sobre los asuntos polémicos, ha abierto la veda para que uno de estos días le preguntemos si apoya o no el Estatuto de Cataluña, el aborto o la subida del IVA. Es decir, si realmente apoya todo lo que firma, pues algunos sospechan que no es así. A lo mejor se trata de eso: el Rey reina, pero no gobierna, y, sin embargo, torea.

Hay debates sobre los que el Rey no debería pronunciarse. Salvo en uno, en que tampoco hace falta que lo haga: ya se da por supuesto que, en el dilema Monarquía o República, el Rey opta por la primera. Pero ahí sería legítimo y comprensible que lo hiciera. Se dirá que lo de los toros no es alta política. Un asunto menor, que pertenece al capítulo de las costumbres, y en ese sentido emparentado a la Monarquía, que es también resultado y consecuencia de la tradición. Pero es en estas cosas de andar por casa donde un pronunciamiento adquiere mayor compromiso. Hay menos ideología en declararse socialdemócrata o liberal, que a fin de cuentas son sistemas que se mezclan y se imitan mutuamente, que en decidirse entre el Real Madrid o el Barça, o en que te guste Garci frente a Almodóvar, o viceversa.

A la gente corriente nos importa poco la política, ese espectáculo previsible y sin emociones, vacío y ajeno a la vida cotidiana. Los más nos apasionamos en los debates con verdadera enjundia: Carmen Lomana o Belén Esteban, Roma o París, playa o montaña, braga alta o minitanga, Messi o Cristiano, PC o Mac, toros sí o toros no... Estos y otros son los asuntos sobre los que el Rey no debe decir ni pío para que no se le vea el plumero. Habría sido más inocente por su parte que hubiera declarado sus preferencias por el PSOE o por el PP, que es una cosa sin importancia.

http://www.levante-emv.com/opinion/2010/04/01/juan-carlos-hablas/692634.html